Alquézar: Un viaje a la Edad Media

Alquézar es cultura, naturaleza y gastronomía. Recorrer sus calles implica dar un paseo por la historia, al abrigo de gruesos muros de piedra y respirando el aire puro de la sierra, en uno de los pueblos más bonitos de España.

A orillas del río Vero se alza majestuosa la villa de Alquézar. Este municipio de la provincia de Huesca, en el que viven unas 300 personas, está ubicado en el noreste de España, a solo 51 kilómetros de Huesca capital y a unos 140 de la frontera con Francia. Parte de su término municipal forma parte del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.

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Bello como muy pocos

Por su naturaleza exuberante y su imponente arquitectura, Alquézar es uno de los principales atractivos turísticos de la región. Además, Alquézar pertenece a la Asociación Los Pueblos Más Bonitos de España, una red de localidades que destacan por su belleza y patrimonio.

Cualquier estación del año es un buen momento para visitar Alquézar. “Si queremos hacer senderismo, la primavera y el otoño son perfectos. Si deseamos tranquilidad, el invierno nos la da. Y si queremos deportes de aventura, el verano es la mejor época”, afirma Mariano Altemir, alcalde de Alquézar.

Altemir, comenta que un viajero que llegue a Alquézar con espíritu aventurero no se puede perder el sendero de las pasarelas ni los aljibes de Basacol. “También puede explorar el trazado urbano de Alquézar y visitar el castillo-colegiata”, recomienda.

Torre albarrana vista desde la colegiata. / EFE

Fortaleza de origen árabe

De hecho, el nombre de Alquézar proviene del árabe “Al-Qasr”, que significa “fortaleza”, pues los orígenes de esta villa se remontan al siglo IX, cuando los musulmanes construyeron una primera fortaleza en el lugar en el que hoy se encuentra la colegiata. En el siglo XI, el lugar pasa a manos cristianas cuando el rey Sancho Ramírez reconquista este territorio y establece allí una guarnición militar y una comunidad religiosa.

Unas décadas más tarde, se construyeron las dependencias para los canónicos y la iglesia de Santa María, cuya consagración tuvo lugar en el año 1099. Este hecho queda reflejado en uno de los capiteles del claustro. Esta primitiva iglesia románica fue construida dentro del cinturón fortificado de origen árabe que los cristianos reformaron y ampliaron. A este periodo románico pertenecen algunos tramos de la muralla, la parte inferior de la torre campanario, la torre albarrana, el paño norte y este de la torre vigía y los restos de la capilla de Santa María Magdalena.

Colegiata de Santa María la Mayor. / EFE

Claustro de la colegiata

El claustro de la colegiata tiene una forma trapezoidal irregular, debido a las limitaciones del terreno sobre el que se asienta. Del claustro medieval original solo se conserva la galería norte, ya que el resto fueron reconstruidas en siglos posteriores. La mayoría de los capiteles del claustro narran escenas del Antiguo Testamento como el sacrificio de Isaac, la creación de Adán o el diluvio universal, entre otros temas.

Uno de ellos, en lugar de representar escenas bíblicas, recuerda la ceremonia de consagración de la iglesia en el año 1099. Los muros del claustro están decorados con pinturas que datan de los siglos XV y XVI.

Asimismo, durante la Edad Moderna, se añadió al claustro un segundo piso, desde cuya galería de arcos de medio punto se puede contemplar la villa de Alquézar y el paisaje que la rodea. Desde dicho segundo piso, se accede al pequeño museo de la colegiata, que posee una interesante colección de arte sacro.

En el piso de abajo, por su parte, se halla la entrada a la iglesia. La iglesia románica, fue totalmente reformada en el siglo XVI y no se conserva nada de este primer templo. La actual iglesia consta de una única nave cubierta con bóveda estrellada y flanqueada por varias capillas laterales. En el interior de la iglesia, destaca el retablo mayor, de estilo barroco, dedicado a la virgen; el órgano, que data del siglo XVI, y un Cristo de finales del siglo XII o principios del XIII, ubicado en la capilla de la familia Lecina.

La iglesia de San Miguel Arcángel

Además de la colegiata, Alquézar tiene otro templo destacado, que se encuentra en el extremo opuesto de la localidad. Se trata de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, construida entre 1681 y 1708 sobre un templo anterior. Desde fuera, se aprecia una iglesia sobria y robusta con tejadillos a diferentes alturas.

El interior, con planta de cruz latina, tiene una sola nave cubierta con una bóveda de cañón. A lo largo de ella se abren varias capillas laterales. El interior de la iglesia cuenta con una decoración austera pues, buena parte de los objetos que albergaba fueron destruidos durante la guerra civil española. No obstante, se conserva la parte superior del retablo mayor de estilo barroco.

Pasarelas al fondo del cañón del Río Vero. / EFE

El cañón del río Vero

Junto a su imponente patrimonio arquitectónico, Alquézar cuenta con una gran riqueza natural.

Muestra de ella es el impresionante cañón del río Vero, que pasa junto al municipio. Una de las excursiones más populares de la zona es la ruta de las pasarelas del Vero, que consiste en recorrer el interior del cañón, sobre el cauce del río, por unas plataformas metálicas ancladas a la pared de roca.

Otro lugar con gran encanto en el que disfrutar de la naturaleza en Alquézar son los aljibes de Basacol. Se trata de unas balsas de origen árabe que servían para abastecer de agua a la villa y a las huertas de Alquézar.

Hay varias rutas senderistas, de diferente dificultad, que pasan por los aljibes de Basacol. Además, el lugar dispone de mesas y bancos en los que hacer un descanso y aprovechar para comer o merendar.

Un patrimonio para todos y todo

Mariano Altemir señala que en las inmediaciones de Alquézar se pueden realizar múltiples actividades deportivas como senderismo, barranquismo o escalada, entre otras muchas. “No hay que olvidar visitar el Parque Cultural del Río Vero, con sus pinturas rupestres, algunas de ellas declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO”, añade el alcalde.

Después de deleitarse con el patrimonio natural y cultural de Alquézar, llega el momento de degustar la extraordinaria gastronomía de la zona. “Sin duda, destacan los vinos, el aceite y otros productos de la tierra como el cordero. Como postre, el dobladillo de Alquézar es el producto estrella por excelencia”, recomienda Mariano Altemir.

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