CAGUANA: herencia Taína en Puerto Rico

En el montañoso interior de Puerto Rico, el Parque Ceremonial Indígena de Caguana es uno de los pocos vestigios de la herencia de los taínos nativos que se conservan en la isla y un yacimiento arqueológico de referencia de esa cultura en todo el Caribe.

Las autoridades de Puerto Rico quieren rescatar el Parque Ceremonial Indígena de Caguana, poco conocido incluso entre naturales de la isla caribeña, cuya existencia salió a la luz pública por vez primera en 1914 gracias a la difusión de los trabajos del arqueólogo estadounidense John Alden Mason.

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El científico norteamericano realizó parte de un estudio con el que las autoridades norteamericanas querían conocer mejor su nueva posesión anexionada de una España en decadencia, allá por el año 1898.

Los restos arqueológicos se hallaron junto al río Tanamá, ocultos por una gran cantidad de vegetación. Los “Corrales de los indios”, como también se conoce a este vestigio taíno del municipio de Utuado, están situados a dos horas de la capital, San Juan, y vivió a partir de la década de los treinta del pasado siglo XX, continuos trabajos de excavación y estudios interpretativos.

A las investigaciones de Alden Mason le siguieron las del arqueólogo de la estadounidense Universidad de Yale, Irvin Rous, que comenzó en los años treinta a recuperar fragmentos de cerámica en el parque como parte de un proyecto de estudio general sobre los orígenes de la cultura de esta isla caribeña.

Puerto Rico, más allá de las palmeras y las playas

El Instituto de Cultura Puertorriqueña, bajo la dirección de Ricardo Alegría, puso en marcha la restauración del lugar en 1956 y, casi una década después, en 1965, fue oficialmente inaugurado el parque, incluido un pequeño museo, con la idea de preservar lo encontrado y darlo a conocer, tanto a la población local como a la extranjera.

Alegría (1921-2011), la gran referencia cultural de Puerto Rico del siglo XX, describió en su día al yacimiento arqueológico como “el más importante del Caribe y máximo exponente de los vestigios conservados de la primitiva ingeniería indígena en la isla”.

Las autoridades locales han tratado de dar un empuje al lugar en 2015 por medio de un nuevo plan de limpieza y acondicionamiento, que sirva para convertirlo en un reclamo turístico para los millones de personas que viajan a Puerto Rico cada año, principalmente en busca de sol y playa, y que raramente se aventuran al interior de la isla para visitar otros alicientes más culturales.

El Gobierno de Puerto Rico difunde, desde hace años, el mensaje en todos los foros internacionales de que Puerto Rico no es solo palmeras, bellas playas y aguas cristalinas, y apunta que, de hecho, aquí no se encuentran los recurrentes hoteles de “todo incluido” que son mucho más populares en la vecina República Dominicana y otras muchas islas cercanas del Caribe.

El yacimiento arqueológico Caguana fue descubierto como parte del trabajo de campo arqueológico y etnográfico llevado a cabo por el grupo de científicos del Scientific Survey of Puerto Rico and the Virgin Islands.

Por ello, estos restos arqueológicos son una apuesta de las autoridades que se suma a lo que, en este sentido, puede ofrecer un relajado paseo por el Viejo San Juan como casco histórico colonial, con su bien conservada muralla y fuertes de defensa, o las señoriales calles de Ponce, la urbe más emblemática del sur de la isla.

El taíno es el pueblo autóctono precolombino procedente de América del Sur que habitaba Bahamas, Cuba, Jamaica, La Española (República Dominicana y Haití), Puerto Rico, Bahamas y parte del área norte de las Antillas Menores. En la parte sur vivían los caribes.

Se cree que llegaron desde la desembocadura del río Orinoco, pasando de isla en isla, reduciendo o asimilando a los pobladores más antiguos. Rastros de su lengua se pueden encontrar hoy en día en muchos vocablos y nombres de lugares de las islas donde tuvieron presencia.

Poco a poco fueron desapareciendo a raíz de la llegada de los colonizadores españoles. La propagación de nuevas enfermedades, la mezcla racial y la imposición de costumbres ayudaron a su progresiva extinción en la isla de Puerto Rico.

El tesoro de Caguana

El poblado de Caguana consta de doce bateyes rodeados por una variedad de piedras o monolitos con petroglifos (dibujos simbólicos grabados en roca).

Los bateyes son espacios de formas rectangular u ovalada, limitados por hileras de piedras de tipo monolito tallados con figuras mitológicas. Hoy día se conoce por batey al área en la que bailan quienes danzan al ritmo de la bomba, un género musical autóctono.

La mayoría de los petroglifos pesan más de una tonelada y forman parte de un conjunto de carácter lúdico y religioso que los científicos creen que se construyó hace cerca de mil años.

Ceremonia del juego de pelota

Los investigadores piensan que el parque servía a los taínos para la celebración del batú, una ceremonia de juego de pelota, en la que competían dos grupos de contrincantes y había hasta apuestas, según las crónicas españolas de la época.

Las piedras, traídas del vecino río Tanamá, fueron talladas por los indígenas y están dispuestas de tal forma que recrean una especie de plazas donde se celebraban actos religiosos y juegos de pelota.

Todo ello constituye un marco de gran belleza, rodeado por rica vegetación en la que destacan árboles como el ausubo, la ceiba o el tabonuco. Las autoridades locales quieren que un escenario de indudable belleza natural como el de Caguana sirva para echar a volar la imaginación de los visitantes sobre una de las mejores representaciones conservadas de la cultura taína en la isla.

El Servicio de Parques Nacionales colocó al “Centro Ceremonial Indígena de Caguana” en el Registro Nacional de Lugares Históricos en el año de 1992, y lo designó como un Hito Histórico Nacional en 1993.

El área ceremonial consta de una plaza central de 50 por 40 metros y otra decena de espacios rectangulares bordeados por monolitos inscritos con petroglifos.

La disposición hace pensar que el parque incluía un centro dedicado a ceremonias, como las de areyto o ceremonia de canto, que se desarrollaban en el batey -la plaza-, donde también tenía lugar el batú, un juego de pelota que servía de diversión a los taínos.

Los areytos tenían lugar en actos de tipo social como enlaces entre un hombre y una mujer, los nacimientos e, incluso, en los ritos funerarios.

Los estudios de campo permitieron encontrar cerámica rudimentaria que se almacenaba en los bohíos, como se denomina a las viviendas que rodeaban a la plaza principal, aunque no hay restos de estas casas debido a la fragilidad de los materiales con que se construían.

Los petroglifos de los monolitos incluyen figuras de animales y humanas con rasgos de animales.

Restos Taínos

Las autoridades puertorriqueñas decidieron intervenir recientemente en el parque ceremonial al comprobar que el abandono de la zona había facilitado que la vegetación cubriera muchas de las piedras, lo que impedía observar con claridad los grabados.

Diseñaron un plan que incluye la excavación de unas trincheras con el fin de que se desvíe el agua de lluvia y evitar así que se inunde el parque y aumente la humedad, que tanto lo ha dañado durante el paso de los siglos. El plan prevé, además, la limpieza de los monolitos que rodean los bateyes con una frecuencia bianual y el mantenimiento de las trincheras contra inundaciones.

Los expertos detectaron que, debido al clima tropical y lluvioso de Puerto Rico, se producían continuamente encharcamientos que favorecían la caída de las piedras, lo que poco a poco deterioró los grabados.

Los del municipio de Utuado, aunque son los mejor conservados, no son los únicos vestigios de cultura taína en Puerto Rico, ya que hay otros restos de poblamiento de ese pueblo junto a la Reserva Natural de las Cabezas de San Juan de Fajardo, en la costa noreste de la isla.

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