Cihuatán: vestigios mexicanos en El Salvador
Cihuatán, un yacimiento arqueológico ubicado en la zona central de El Salvador, oculta un palacio construido por culturas precolombinas provenientes de México.
Se trata del llamado “Palacio de los señores de Cihuatán”, que se erigió en la parte central del valle formado por los ríos Acelhuate y Lempa, cerca del volcán de Guazapa, en cuyas cumbres los pobladores dicen distinguir la silueta de una mujer recostada.
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Este palacio o “tecpán”, del que no queda nada en pie, es una de las edificaciones halladas en la ciudad antigua de Cihuatán, donde se ha descubierto un centro ceremonial compuesto por una pirámide principal, dos canchas para el juego de pelota y otras construcciones menores.
“Por mucho tiempo (Cihuatán) fue prácticamente el asentamiento poblado más grande en esta parte del mundo”, relató el arqueólogo Paul Amaroli, quien ha trabajado en las excavaciones del palacio, bajo la coordinación del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El Salvador (Concultura).
Junto a la mujer
El asentamiento fue bautizado Cihuatán a partir del nombre náhuat que se le dio a este sitio y que puede traducirse como “Junto a la mujer”, en alusión a la figura que los lugareños aseguran distinguir en las cumbres del Guazapa.
Las construcciones, actualmente protegidas bajo la figura de un parque arqueológico, se empezaron a investigar en la década de 1970, pero no fue hasta 1999 cuando se emprendió el proyecto Cihuatán, ciudad que, según Amaroli, pudo albergar en su época a “decenas de miles” de habitantes.
Al principio, los arqueólogos avistaron una “gran plataforma” de unos 150 metros de largo y posteriormente descubrieron que se trataba de una acrópolis que sirvió para sostener un templo y otras edificaciones construidas durante el postclásico temprano, una época posterior al colapso maya, fechada entre 900 y 1200 de nuestra era.
“Había unas partes como hundidas y eso daba la impresión de ser como patios, una estructura grande sobre esta plataforma, y eso despertó la inquietud sobre qué podría ser. Una posibilidad era un palacio, una residencia de elite para los gobernantes”, explicó el experto sobre los inicios de las investigaciones.
Un mundo sin descubrir en Cihuatán
Con las excavaciones, los expertos de la organización no gubernamental Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (Fundar) han logrado descubrir “menos del 15 por ciento” de los vestigios que, a juicio de Amaroli, muestran semejanzas entre las costumbres de los habitantes de Cihuatán y las culturas mexicanas.
El palacio tenía “una serie de patios, salas muy grandes que estaban bajo techo”, incluso de 40 metros de largo, relató el arqueólogo, quien aseguró que había, por lo menos, tres niveles de construcción.
“El techo era de azotea o plafón y es la primera vez que se halló acá ese tipo de construcción que usaban en los palacios reales de tradición mexicana”, sostuvo.
Indicó que los palacios reales en México “tenían columnas para sostener parte del techo, muros de adobes y unos adornos en los filos del techo que se conocen en arqueología como almenas”.
“Todas estas cosas hemos hallado en el palacio real de Cihuatán”, destacó Amaroli, y detalló que el sistema constructivo “es claramente una importación de México”.
Dioses y migración
En el lugar se descubrieron imágenes de dioses nahuas, como el Yacateuchtli, una deidad adorada por los comerciantes e identificado por un bastón, y el Tláloc, que negaba o concedía la lluvia, además de restos de vasijas y platos, muchos con grabados y pintados de colores.
Ante esta evidencia, Amaroli explicó que estas nuevas ciudades son “de fuerte carácter mexicano”, en especial “del centro de México”.
Sobre los habitantes de Cihuatán, el arqueólogo no descarta que la población estuviera conformada por mayas asentados en la zona y una clase dirigente procedente de México.
“Hubo migración mexicana en alguna medida, pero la interrogante es si toda la gente en Cihuatán era inmigrante. Decenas de miles de personas marchando desde México sería muy difícil que se mantuvieran vivos, pues son cuatro meses de caminata”, aseguró.
“Era como una elite de personas dirigentes, guerreros diestros y algunos otros artesanos que vinieron y se impusieron en lo que había quedado como tierras baldías”, sostuvo.
Aseguró que el palacio pudo estar bajo el mando de un gobernante o una gobernante, pues en esa época en Mesoamérica había reinas.
El ocaso de Cihuatán
El ocaso de esta ciudad se calcula en 100 o 150 años después de su fundación y, como en la civilización maya, se desconocen las razones que llevaron al fin de un asentamiento enclavado en un punto desde cuál se podía controlar el tráfico entre el mar Caribe, Honduras y los valles y la llanura salvadoreña.
“En todo Cihuatán, incluyendo el palacio, al excavar se encuentran escombros quemados, y sobre el piso se encuentran puntas de flecha y de lanza, entonces eso muestra que probablemente fue una guerra la que terminó con todo”, apuntó Amaroli.
Admitió que es “tentador” pensar que los huesos de mandíbula y un húmero “en muy mal estado” hallados en el sitio correspondan a “alguna víctima” de la destrucción de una ciudad que, al igual que las construidas por los mayas, dejaron un legado vasto arquitectónico y cultural y miles de incógnitas en torno a su desaparición.