Fantásticas artesanías de fibra de maguey

La relación de la planta del maguey con los pueblos originarios de Mesoamérica es ancestral. Se han encontrado restos, en sitios de Tamaulipas, Oaxaca y Puebla, que indican que se le consumía desde hace más de 6,000 años y que fue una de las especies que acompañaron la transición de grupos nómadas de cazadores-recolectores a agricultores sedentarios.

Tal como ocurrió con otras plantas, la explotación eficiente de las posibilidades que ofrecía el maguey fue consecuencia de una larga interacción con el hombre, que a la larga aprendió a reconocer qué partes le eran útiles, cuál era el mejor momento para manipularla y de qué manera hacerlo para no interferir en su ciclo natural de desarrollo.

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El maguey es una planta ancestral nativa de América que los antiguos mayas y aztecas empleaban para elaborar el pulque, una bebida fermentada, y un jarabe dulce. También como punzón en la práctica de rituales sagrados. En la actualidad, muchas comunidades le han encontrado otros usos.

De acuerdo con el investigador Armando Cáceres, esta planta pertenece al género Agave spp. de la familia Agavaceae, que engloba cerca de 300 especies en el mundo. Se conocen 20 especies en Guatemala y 170 en México.

Sembradío de plantas de maguey. / Thomassin Mickael

El maguey y la cultura poqomchí

El Maguey ha sido el principal producto de comercio en algunas comunidades de origen poqomchí de la región de San Cristóbal Verapaz, como es el caso de la aldea Las Pacayas o Pan amaq’ Ik’i, de donde hace muchos años han obtenido de la fibra de esta planta, lazos, matates, bolsas o morrales entre otros productos artesanales.

Esta planta siempre ha tenido un significado sagrado para la cultura Poqomchí, por ser el producto principal que ha sustentado la economía de esas tierras, considerado como el cabello de las abuelas y los abuelos.

Las comunidades poqomchies han sabido aprovechar las bondades utilitarias de las fibras extraídas de las hojas de maguey; la elaboración de la pita y el lazo se hace regularmente a mano y en algunos casos utilizan los pies para darle a la soga cierta tirantez y facilitar su entorchado. La forma antigua de entorchar es con una herramienta rústica, que facilita que las fibras conformadas por hebras se vayan uniendo hasta alcanzar la longitud deseada de cinco varas por hilo y que al entorchar se obtenía una longitud menor y aproximada de cuatro varas.

Cada una de las artesanas fabrica sus propias herramientas, con base a sus posibilidades y en función del tipo de artesanía que van a elaborar. / Lon & Queta

Proceso ancestral

El proceso ancestral para obtener la fibra de maguey comienza con el corte de las hojas, eliminación de espinas y el quemado en una zanja cavada previamente. Posteriormente, se prepara la fermentación que consiste en el jateado y reposado durante 20 días para suavizar la pulpa, seguido del jhok que es el raspado y peinado con una herramienta rústica, otros lo hacen con machete raedor, palo puntiagudo o palo raspador para finalizar con el lavado, tendido y secado de la fibra.

En el método antiguo, el extremo de cada hilo de maguey va amarrado regularmente del horcón de la casa a un árbol, colocando una herramienta rústica de madera y mango giratorio que en idioma poqomchí se conoce como Kuyuch.

Regularmente, se han utilizado cuatro piezas, dos hilos por pita y cuatro pitas para formar un lazo.

 

Actualmente, se utiliza una pequeña máquina artesanal de madera que contiene una manivela, polea y faja que hacen girar dos rodillos que entorchan las fibras de maguey. Las artesanías de fibra de maguey son un legado ancestral que merece la pena conservar y promover su comercialización.

Referencias:
Dora Estela Mirón Campos, Mayra Mejicanos, Ruud van Akkeren (2015) El Rojizo Amanecer del Puma: sucinta historia prehispánica de San Cristóbal Verapaz. Asociación Civil Verdad y Vida.

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