Aves migratorias: el fascinante espectáculo aéreo de las aves
Las aves migratorias, de las que se celebra el próximo 13 de mayo su Día Internacional, sufren en sus viajes de ida y vuelta a sus hogares las consecuencias cada vez más letales de los peligros a los que las expone el ser humano y por las que muchas de sus especies están desapareciendo. Sin embargo, primavera y otoño son dos estaciones del año en las que podemos todavía observar el cielo, convertirse en un hermoso cuadro en movimiento, donde cientos de aves surcan el espacio manteniendo una formación regular y siguiendo una ruta que ellas conocen bien.
Juan Carlos de Moral, ornitólogo y Coordinador de Programas de Ciencia Ciudadana de SEO BirdLife, explica el porqué de las migraciones de las aves, los peligros que se encuentran en sus viajes y las causas por las que cada año son más las especies que sufren pérdidas entre sus poblaciones, así como la alarma que causa la proliferación de espacios estériles y áridos para la supervivencia de sus especies.
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“Las migraciones de las aves se asocian frecuentemente al frío y al cambio climático, pero realmente lo que más les condiciona es la falta de alimento ocasionada por el frío, es entonces cuando realizan movimientos migratorios para su supervivencia. Si sobre la nieve hubiera alimento, ellas aguantarían porque tienen sistemas térmicos adecuados, pero se mueven sobre todo a los lugares donde lo pueden tener garantizado”, indica Del Moral.
Las que permanecen en el mismo lugar son las aves sedentarias que aguantan en los sitios donde viven porque hay condiciones de supervivencia y tienen fuentes de alimentación alternativas que les permiten no hacer migraciones.
“Las aves migradoras tienen unos requerimientos alimenticios muy específicos, por ejemplo, las golondrinas comen sobre todo insectos muy pequeños, pero tiene que haber unas temperaturas relativamente altas para que los haya, por eso se tienen que ir a África, sin embargo, un águila que come conejos, en invierno hallará conejos, aunque caiga nieve”.
Los viajes más extremos son los que realizan las aves marinas que crían en el Polo Norte y migran hasta el Polo Sur, como los charranes o golondrinas de mar, que se ven obligadas a realizar esos largos movimientos para subsistir; luego hay migraciones pequeñas, por ejemplo, en la sierra de Madrid, señala el ornitólogo, donde “hay aves que crían en la alta montaña y bajan en invierno hasta su base, a muy pocos kilómetros, para evitar las nieves de la alta montaña”.
El misterio de sus viajes
Cómo realizan esos recorridos año tras año “es un misterio -continúa el Coordinador de SEO BirdLife-, pero básicamente se piensa que es una cuestión genética porque muchísimas de las especies que realizan migraciones no lo hacen en compañía, ni aprendiendo de otras especies o de otros ejemplares. Esos movimientos los tienen en su instinto porque, aunque los enjaules, saldrán y siempre tenderán a ir hacia el sur”.
Todos hemos visto esas uves (vuelo en formación punta de flecha) en el cielo de aves migrando, como las grullas o los gansos, que tienen esos aprendizajes porque vuelan en grupo, pero hay muchos pajaritos que al salir del nido se independizan de los padres que continúan criando otra nidada, y esos primeros pollos son capaces de irse al Sahel (norte del continente de África que limita al norte con el desierto del Sáhara) y regresar al mismo nido.
Las ‘v’ que dibujan en el cielo son siempre preludio de una estación y de determinados comportamientos del clima y la naturaleza, sobre todo, para la gente que vive al margen de las ciudades y, para Del Moral, “esas figuras se forman porque el aletazo de un ejemplar, crea una fuerza térmica, un movimiento del aire que ayuda a levantar el ala al ave que le sigue. De esta manera, se forman corrientes con los propios movimientos de las alas que las hacen ahorrar energía entre unas y otras”.
Trampas y peligros en el camino
Pero esos largos viajes que emprenden las aves lo hacen sin maletas y capacidad para esquivar las numerosas trampas que encuentran en su camino y miles de aves mueren en el trayecto porque, para el ornitólogo, “son innumerables los problemas, que pueden ser naturales, como grandísimas borrascas, o sobrevolar grandes zonas de sequía donde les faltará el alimento y el agua indispensables durante esos movimientos para los que necesitan mucha energía”.
Pero, según Del Moral, la mayoría de estos obstáculos son generados por los seres humanos como los parques eólicos, los tendidos eléctricos y, a veces, los atropellos. “Muchas aves hacen migraciones nocturnas y una de las formas para guiarse, además del sistema genético que les indica donde están, lo hacen por las estrellas y las luces, pero las luces de las grandes ciudades y edificios también las atraen y en su encuentro violento mueren decenas de ellas”.
También, enfatiza el ornitólogo, “hay sitios donde las necesidades alimenticias son escasas, como en algunas zonas de África y, debido al requerimiento proteínico de la gente, son cazados miles y miles de ejemplares en plena migración. La gestión humana sobre el territorio es otro de los grandes problemas para las aves porque aumentamos el número de parques eólicos o de paneles solares, secamos humedales o explotamos los acuíferos. Se han eliminado leyes de impacto que eran obligatorias por otras que crean un desarrollo sin sostenibilidad”.
La labor del equipo de SEO BirdLife, para la conservación y mantenimiento de las aves, consiste en defender explotaciones sostenibles del territorio. En la actualidad, otro de los más graves problemas que se le plantea a esta sociedad dedicada a la ornitología es el elevado uso de herbicidas y pesticidas en los medios agrícolas, que eliminan insectos que puedan comer las aves.
Declives en su población
“Muchas aves -dice Del Moral- están dejando de migrar por cuestiones del cambio climático. Muchos patos que pasaban en España el invierno, procedentes del norte de Europa, donde ya no se alcanza ese grado de frío que tenía el invierno, están empezando a no realizar esos movimientos, están cambiando su comportamiento poco a poco”.
Los declives de población en algunas especies de aves son enormes, las hay que sobreviven y siguen manteniendo su fecundidad, pero “en muchas de ellas, entre las que se encuentran las golondrinas, por ejemplo, su población ha tenido un declive en los últimos 20 años del 30 %, o sea que, hablando de millones de aves, se están perdiendo millones de golondrinas todos los años. Se van adaptando, pero las poblaciones se van reduciendo y no sabemos hasta cuándo”, se lamenta el coordinador de SEO BirdLife.
Las grandes aves, como grullas y cigüeñas, se mantienen, pero “las pequeñas aves son las más vulnerables y a las que más les está costando adaptarse a todas las nuevas trasformaciones”.
Por eso, Juan Carlos del Moral mantiene que el futuro de las aves es incierto, porque “cada vez hay más amenazas y, aunque las aves se van adaptando, confiemos en no extinguir más especies por nuestra influencia”. Y, a pesar de todos estos peligros, el Coordinador de SEO BirdLife desea que “podamos destruir menos y poder seguir disfrutando de estas aves”.