Daniel Casimiro, devolviéndole su esplendor al arte
Daniel Casimiro Mendoza nació en Chivacoa, Estado de Yaracuy, Venezuela, en 1966. Estudió restauración para intervenir obras de arte en Venezuela; en Estados Unidos estudió restauración de mobiliario y en Ecuador se especializó en restauración de escultura y pintura religiosa.
Por: Roberto Broll
Desde entonces, ha intervenido importantes colecciones en toda América y Guatemala. Se enamoró de Guatemala, país que lo flechó y como él mismo nos lo relata a continuación, así comienza su historia en nuestro país:
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Vine a Guatemala de vacaciones. Al igual que muchos me enamoré de La Antigua, sus calles y edificios, su gente y patrimonio. Al poco tiempo de estar allí conocí el Museo de Arte Colonial.
Allí se dio el flechazo definitivo, cuando hablé con la entonces directora del museo, Blanca Betancourt de Palomo y pude ver que se estaban haciendo trabajos de restauración allí y pude colaborar.
Volví luego a Venezuela a despedirme de mi familia y regresé a Guatemala. Al poco tiempo de estar colaborando con el museo, de pronto tenía ya un taller y la gente se acercaba a mí con más trabajo. Así estuve tres años haciendo restauración de muchas y muy importantes colecciones privadas.
Los 3 años siguientes de mi estadía en Guatemala comencé a experimentar con la pintura y hasta di clases de dibujo y pintura; este fue un tiempo mágico. En esa época, hace ya 20 años, viaje por casi toda Guatemala, trabajando y conociendo más de esta maravillosa cultura.
Luego de unos años en Guatemala, decidí viajar a Europa, conociendo ciudades y monumentos en Alemania y otros países. Estuve en Canarias, donde me quedé un tiempo, pues mi padre era de La Palma.
Su partida de Guatemala la hace extrañarla más
Cinco años después me di cuenta que siempre hablaba de lo bello de Guatemala y cuanta falta me hacía. Extrañaba sus personas y lugares. Fue entonces que tomé un vuelo y vine a mi querida Guate, para no marcharme más. Al volver estuve en Xela y luego volví a La Antigua.
Caminando por sus calles con una alegría en mi corazón como la primera vez, me encontré de nuevo a mi amiga Blanca, quien me contó la historia del robo y recuperación de una obra de Cristóbal de Villalpando, perteneciente a la colección del Museo de Arte Colonial que estaba sin restaurar.
Su relato me conmovió y le dije que contara conmigo. Entonces se gestionó la ayuda económica a través de unos amigos que dirigían una importante fundación y entre los miembros de la asociación de amigos del museo, con lo que se pudo comprar los materiales necesarios. Se gestionaron los permisos al Ministerio de Cultura y así logramos sacar adelante el proyecto.
Para entregar la obra restaurada, se hizo un acto en el museo, ahí se acercó a mí la arquitecta Miriam de Polanco. Me habló de una pintura en la basílica de Esquipulas que necesitaban restaurar, así que acordamos una visita y en pocos días iba rumbo a Esquipulas.
Cuando vi el tamaño de las pinturas, me di cuenta que me debería mudar a Esquipulas. Después de acordar con los padres encargados y presentar un proyecto, en poco tiempo estaba despidiéndome de La Antigua. Han pasado ya casi ocho años, pero es mucho lo que se ha logrado.
Se restauró la pintura del siglo XIX de gran formato “La Santa Cena”, de Pascacio González. Se avanzó con la otra del mismo autor, también de gran formato. Realicé la restauración de casi todas las esculturas del templo y de templos de aldeas cercanas; Además, se brindó apoyo técnico concerniente al buen mantenimiento y detección de daños en los templos. Se ha avanzado mucho en la restauración de Esquipulas, pero aún falta.
Guatemala cuenta con un patrimonio artístico muy valioso, capaz de representar dignamente al país en cualquier parte del mundo ¡Siéntete orgulloso del arte de todos los tiempos producido en tu país!