De visita en el palacio-museo del marqués de Cerralbo

El Museo Cerralbo, una de las joyas menos conocidas de Madrid, acaba de cumplir cien años. Fue ‘el capricho’ de un marqués que revolucionó la concepción del coleccionismo y la arqueología, Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, dos bellas plantas llenas de obras de artes desde la Prehistoria hasta el siglo XX. Un delicioso caserón que nos traslada a la vida cotidiana de otra época, muy vetusta, de tono sepia…
Este palacio de ensueño donado al Estado por su dueño y convertido en 1924, en museo estatal con toda una rica y variada colección de arte que incluye desde lienzos de Goya, Zurbarán o El Greco, pasó a convertirse en museo estatal después de la muerte del marqués de la que hace un par de años, se acaban de cumplir cien años.
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El marqués de Cerralbo, a su fallecimiento en 1922, legó al Estado sus colecciones, parte del edificio y rentas para sostener el futuro museo.
El legado se aceptó en 1924 y se incrementó en 1927 con el de su hijastra, Amelia del Valle.

Riqueza artística del museo
El museo se compone de más de 50.000 piezas entre pinturas, esculturas, cerámicas, cristal, tapices y mucho más. El marqués de Cerralbo donó a la nación española este patrimonio con el fin de que sus colecciones perdurasen.
Se cumplía así la voluntad de Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, aristócrata y máximo representante durante varios años del Partido Carlista, (partidarios de hermano de Fernando VII, Carlos, al morir el rey y no de su hija Isabel II) toda una personalidad de la época, y senador vitalicio, que destacó como coleccionista de arte, historiador y hasta pionero de la arqueología española, llevando a cabo más de 150 excavaciones.
Al morir, donó sus colecciones para que se mantuvieran “siempre reunidas para servir el estudio de los aficionados a la ciencia y al arte”, como dejó redactado en su testamento.
“Esta noche se inaugura con una gran fiesta, el nuevo palacio que en las calles de Ferraz y de Ventura Rodríguez acaba de construir el marqués de Cerralbo. El arte y la riqueza han colaborado juntos para convertir aquella morada en suntuosa vivienda y en rico y variado museo. Cada adorno evoca una época, cada objeto trae a la memoria un hecho glorioso”.

Ejemplo artístico de Madrid
El museo está situado en el barrio de Argüelles, creado con el primer ensanche de Madrid a mitad del siglo XIX, era el barrio de antiguos palacios y conventos, residencia de novelistas, poetas y profesores. En la actualidad con gran presencia de estudiantes por la cercanía a Ciudad Universitaria.
Las obras del edificio y del templete anexo se iniciaron en 1883, obra de los arquitectos Alejandro Sureda, Luis Cabelló Asó y Luis Cabello Lapiedra y la familia Cerralbo Villa-huerta lo inauguró diez años después y lo habitó hasta 1927, fecha en la que muere Amelia del Valle, último miembro del núcleo familiar.
Muy cercano al Palacio Real, al Templo egipcio de Debod, al Parque del Oeste y a la céntrica plaza de España, en la tranquila calle dedicada al gran arquitecto de Madrid del XVIII, Ventura Rodríguez, se levanta una gran puerta de entrada.
A través de su sobriedad e inigualable calidez y avanzando por amplio zaguán de esos señoriales de otra época, el guía nos conduce a la escalera de honor, arropada con unas magníficas paredes de estuco de colores con motivos heráldicos.
Al ascender por ella se llega al piso principal donde encontramos una armoniosa sucesión de espectaculares salones, salitas, despachos o zonas de paso, ricamente decoradas que nos trasladan a otra época no muy lejana, a una época que ya vemos como con bruma, en color sepia (como alguna de estas fotos)… la vida de una familia de marqueses de finales del XIX y principios del XX.

Museo centenario
El propio marqués de Cerralbo designó en su testamento a Juan Cabré Aguiló como primer director del museo (1922-1939). Su labor fue fundamental, pues realizó el inventario general de las colecciones del museo y se ocupó de adecuarlo a su nuevo uso y protegerlo durante la Guerra Civil.
Cabré, director vitalicio del museo y uno de los arqueólogos más importantes de entonces fue además el artífice de uno de los pilares del Museo: el inventario general de 1922, gracias al cual favoreció la conservación de las piezas, evitando el expolio en los años de guerra y posguerra, además de conocer la ubicación exacta de todos los objetos.
Era una época en la que el director vivía en el palacio junto a su familia y lo hizo hasta el final de la Guerra Civil, años durante los cuales protegió el legado del marqués a riesgo de su propia vida, ya que el frente se encontraba a escasos metros de distancia.
“En la Casa de Campo y al otro lado del río estaba colocada toda la artillería de los sublevados”, comenta Carmen Jiménez Sanz, actual directora del museo que añade: “El barrio, al final de la contienda, resultó muy dañado, pero el museo se mantuvo y eso tuvo que ver con la labor responsable y valiente de Cabré, que se quedó allí y lo custodió”.

La primera arqueóloga
Su hija, Encarnación Cabré, vivió en el palacio 17 años y se convertiría inundada de la pasión por la historia de su padre y el entorno en el que vivió, en la primera arqueóloga que se licenció y que ejerció como tal en España.
Peso tiene en la obra del museo, el papel de su esposa, la propia marquesa de Cerralbo, Inocencia Serrano, así como sus hijos Antonio y Amelia del Valle Serrano, marqueses de Villa-Huerta que eran hijastros del marqués, de un matrimonio anterior de su mujer, en cuyas vidas se va profundizando a medida que los diferentes estudios se suceden.
Es uno de los pocos palacios decimonónicos que todavía conserva su decoración original y por sus más de 50.000 objetos que incluyen antigüedades, esculturas, mobiliario, artes decorativas, dibujos, grabados o pinturas, entre las que sobresalen grandes nombres como Goya, Zurbarán, El Greco, Tintoretto o Alonso Cano.