El Cristo de Trujillo

El Templo histórico de San Francisco resguarda, en su interior, un sin fin de joyas escultóricas de gran valor artísticos, pero, aún más importante, de gran valor devocional; tal es el caso de la Inmaculada Concepción de María, conocida también como “Virgen de los Reyes”, o la imagen de Jesús Sepultado, llamado “El Cristo de la Penitencia”.

Pero, entre todas estas bellas tallas, se encuentran las reliquias de lo que alguna vez fue el Cristo de Trujillo. Estas reliquias las puedes ver en un pequeño camarín ubicado debajo del Cristo de la Preciosa Sangre, en la capilla derecha al ingresar al recinto. Es el cronista fray Francisco Vásquez quien nos ha heredado la historia del Cristo de Trujillo y que ahora te contaré.

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Trujillo es víctima de los piratas holandeses

En 1642, Trujillo, una región de Honduras, fue invadida, saqueada y quemada por los piratas holandeses, quienes andaban en búsqueda de metales y piedras preciosas; la Iglesia católica también sufrió de su codicia, furia y destrozo. La mayoría de las imágenes religiosas fueron mutiladas y muchas otras fueron quemadas hasta quedar reducidas en cenizas.

El Cristo de Trujillo, puesto a veneración junto a la famosa cruz de plata, que contiene las reliquias del Lingnun Crucis.

Fray Anselmo de las Huertas (con un gran esfuerzo y peligro) logró rescatar de entre los destrozos, dos piezas de un crucifijo que era venerado en aquella ciudad: la cabeza y el brazo derecho. Protegiéndolas y resguardándolas en calidad de reliquias, viajó con ellas hacia el norte, hasta llegar a la Iglesia de San Francisco El Grande, ubicada en la ciudad de Santiago de los Caballeros, lo que hoy conocemos como Antigua Guatemala.

Dolor convertido en devoción

Los franciscanos las recibieron con gran sentimiento de dolor, y las colocaron en una urna con cristales en el primer cuerpo del Altar Mayor.

No pasó mucho tiempo para que las reliquias comenzaran a tener gran veneración al punto que, entre los fieles, se formó una cofradía que trabajó por darles culto; una de las principales actividades que realizaron fue la de una solemne procesión matutina el Miércoles Santo -según escribe Fuentes y Guzmán en su Recordación Florida- que recorría las principales calles de la ciudad.

Además de la cabeza, un brazo semidestruido es lo único que queda de esta imagen, que fue víctima de los piratas holandeses.

En sus escritos podemos leer: “… Aquí consagrados y piadosos cultos, con júbilo y una devotísima y educativa procesión, el Miércoles Santo, por la mañana, se predican y ejercitan los desagravios de tantos sacrificios impropios, que fuera de separar y resumir los santos miembros de su sagrada efigie el golpe violento y atrevido de rabiosas y descomulgadas manos de aquellos herejes, manifiesta una sangrienta y rota herida derecho del labio inferior, de donde dicen que al tiempo de recibirla de aquellos impulsos sacrílegos, vertió de ella la sangre que hoy se manifiesta haber corrido de su cisura, que como de un cuerpo natural se ve desunido y separado en un cutis del otro.

Es verdaderamente hermosísima y edificativa su divina imagen, y que la hace más venerable y devota el celo y el cuidado de su atentísimo culto; pues solo gozan los fieles el consuelo de verla y venerarla una sola vez en el año…”

Dicha procesión contó con el acompañamiento de las principales autoridades del Reino y de un gran número de fieles. La misma enfiló por la Calle de la Nobleza hacia el barrio de Santo Domingo y luego en su estación en la S. I. Catedral. Su retorno al templo era a media tarde.

Traslado a la nueva Guatemala

Luego de que la ciudad fuera fuertemente dañada por los terremotos de Santa Marta, las reliquias, junto con las demás imágenes de gran veneración, fueron trasladadas el Templo de San Francisco, en la nueva ciudad de Guatemala.

Lamentablemente, el proceso independentista, hace 203 años, hizo que se suspendieran los trabajos para finalizar el templo, además que fue saqueado por los liberales, lo que inició un proceso en el que con el pasar de los años, la devoción, veneración y la procesión se extinguieran por completo.

Al igual que Guatemala, Honduras celebra la Semana Santa con igual devoción, en cada uno de los rincones de su bello país.

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