Guerreros Xian: el ejército de terracota
El equipo arqueológico de los Guerreros de Terracota de Xian, en China, fue distinguido en el 2010 con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, pero lo que mucha gente desconoce es que sus verdaderos descubridores fueron campesinos. Un hito arqueológico impregnado de leyendas.
Con este resultado, los Guerreros de Terracota de Xian se convirtieron en la primera candidatura china en recibir uno de estos galardones y la primera vez que estas excavaciones obtienen un reconocimiento fuera de las fronteras de China, desde que hace más de 50 años un campesino descubriera por casualidad el yacimiento que, en su mayor parte, permanece aún sin desenterrar.
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Miles de estatuillas componen en ejército de Xian
Se cree que el Ejército de Terracota de Qin Shihuang, el primer Emperador de China y fundador de la dinastía Qin (221-210 a.C.), está compuesto por, al menos, ocho mil soldados. Entre ellos, los últimos ciento catorce pintados en vivos colores. Estos fueron desenterrados hace algunos años en las afueras de la antigua capital imperial por un equipo arqueológico encabezado por Xu Weihong.
Xu expresó al recibir el premio su esperanza de que fuera “una oportunidad para la cooperación con los expertos arqueólogos extranjeros, para tener más capacidad de intercambio de tecnología y conocimientos”.
El equipo está integrado por trece arqueólogos. “Nuestro trabajo es muy normal. Cuando supe en ese entonces que ganamos este premio tan prestigioso me asusté, pero a la vez me puse muy contenta”, declaró años atrás Weihong.
El descubrimiento del Ejército de Terracota está considerado uno de los más importantes en la arqueología del siglo XX, comparable al descubrimiento de la Tumba del Faraón Tutankamón en Egipto.
¿Quién descubrió el ejército de Xian?
Los verdaderos descubridores de los Guerreros de Terracota fueron unos campesinos de Lintong, que en la primavera de 1974 se encontraban excavando para obtener agua para sus regadíos, cerca del monte Li y de la antigua ciudad de Xian (capital de la provincia de Shaanxi), cuando encontraron fragmentos de una estatuilla de terracota.
Los campesinos encontraron la primera de las miles de estatuillas de terracota de un mausoleo gigantesco que resguardaban la sepultura del primer emperador de la China unificada y al que se debe el nombre de este país.
Era el principio de un descubrimiento que todavía continúa dando sorpresas. La dinastía Zhou se estableció en el valle del Wei alrededor del año 1100 a. C. y con ella el país tuvo un largo periodo de estabilidad política y religiosa.
La leyenda del emperador Zheng
El descubrimiento de esta sepultura formaba parte de una antigua leyenda que situaba en esta zona el enterramiento del emperador Zheng, que se convirtió en vida en una de las personalidades históricas más importantes de este país asiático por su capacidad innovadora y del que el historiador Sima Quian dejó dicho que “conquistaba los estados de los alrededores con la velocidad de un gusano de seda que devora una hoja de morera”.
Zheng heredó el trono de su padre con tan solo 13 años de edad. Apenas había asumido el título real, cuando comenzó a realizar las labores para su tumba y adoptó un nuevo título nunca utilizado con anterioridad: Qin Shihuang, que significa “primer augusto emperador de la dinastía de los Qin”. Era el año 221 a. C.
Su afán por uniformar al pueblo llevó al emperador a igualar las vestimentas, las opiniones, los modos de lucha y los idiomas en la escritura. Centralizó el ejército, controló personalmente numerosas actividades económicas y creó treinta y seis distritos dentro de sus dominios que mantuvo bajo un control feroz. También fue el constructor de la Gran Muralla China.
Régimen totalitario e inmortalidad
Debido a su carácter totalitario y la obsesión por controlar a sus súbditos, Zheng se ganó la animadversión de muchos, por lo que, para evitar ser asesinado, siempre se ignoraba en cuál de sus doscientos sesenta palacios se encontraba.
Entre las muestras de despotismo con su pueblo destaca la de quemar todos los libros que no trataran de agricultura, medicina o profecías y, sin embargo, vindicó los libros que apoyaban su régimen, para los que creó una biblioteca imperial.
Y entre las obsesiones del emperador se encontraba la de recorrer Asia en busca del elixir de la inmortalidad, búsqueda que le llevó a viajar continuamente. Qin Shihuang vivió entre los años 259 y 210 antes de nuestra era.
Treinta y seis años en su construcción
Para el emperador, su tumba debía ser una copia del universo conocido y en ella encerrar todas las maravillas del mundo. Según las crónicas de la época, el emperador utilizó en su construcción a más de setecientos mil soldados y el trabajo se extendió a lo largo de 36 años.
Las figuras se encuentran dispuestas en tres cámaras situadas junto al panteón del emperador y, en principio, muchas de ellas armadas con arcos, lanzas y ballestas de madera, que posteriormente fueron saqueadas.
Fueron muchas las obras que auspició el emperador, como una extensa red de carreteras y canales que conectaban las distintas provincias para facilitar el comercio entre ellas y, además, estandarizó la longitud de los ejes de los carros para que pudieran pasar por esta red. Estandarizó también la moneda, los pesos y las medidas.
El mausoleo del emperador
Si la labor de este emperador fue ingente, el mausoleo que le daría cobijo tras su muerte no lo es menos. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, su hallazgo tuvo un gran impacto en la sociedad china por su emblemático significado.
Además de la belleza sorprendente de las formaciones de terracota de Xian, las figuras aportan una valiosa información histórica sobre el marcado carácter estratega del emperador y por los signos que presentan escritos algunas de las estatuas.
El Instituto de Arqueología de Sanxi ha detectado, a través de técnicas modernas, la estructura de una cámara con cuatro paredes y un grupo de escaleras simétricas, así como la existencia de un avanzado sistema de drenaje que ha evitado que las filtraciones de agua inundaran la tumba.
Los científicos chinos consideran que todavía quedan muchos más hallazgos por descubrir, pero cuestiones económicas y dificultades técnicas impiden por ahora realizar más labores de prospección en este mausoleo considerado, según los expertos, como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes realizados en el mundo.