Observatorios astronómicos: El cosmos prehispánico

Las civilizaciones mesoamericanas desarrollaron increíbles observatorios astronómicos, que impactaron directamente en su vida cotidiana, en su religión, su agricultura y su organización política.

Lejos de ser meras construcciones simbólicas, los centros astronómicos de culturas como la Olmeca, la Maya, la Mexica (Azteca) y otras, funcionaban como verdaderos observatorios desde donde se calculaban solsticios, equinoccios, eclipses y otros fenómenos celestes.

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La cosmovisión mesoamericana y su relación con el cosmos

En el pensamiento mesoamericano, el cielo no solo era el hogar de los dioses, sino también un espacio lleno de signos y advertencias. La observación astronómica no era un ejercicio aislado, sino parte de un sistema de pensamiento que entendía al universo como un tejido donde el tiempo, la naturaleza, lo humano y lo divino se entrelazaban.

Así, los movimientos del sol, la luna, Venus y otras estrellas servían para ordenar calendarios agrícolas, rituales religiosos, guerras y hasta coronaciones de los gobernantes. En este sentido, los centros astronómicos eran también centros de poder.

San Lorenzo y La Venta: los orígenes olmecas de la astronomía

Aunque no se han identificado estructuras claramente observacionales como en sitios mayas o mexicas, las ciudades olmecas de San Lorenzo y La Venta muestran evidencias de alineaciones astronómicas tempranas. Investigaciones han sugerido que algunas plataformas y monumentos fueron orientados en función de los solsticios y de Venus, un astro importante desde tiempos muy antiguos.

Los olmecas, considerados la “cultura madre” de Mesoamérica, establecieron principios que luego serían heredados y perfeccionados por los mayas y mexicas: la dualidad cósmica, la importancia del eje Este-Oeste, y el vínculo entre arquitectura y astronomía.

Chichén Itzá: la danza del sol

Uno de los centros astronómicos más famosos es Chichén Itzá, en la península de Yucatán. Aquí, la pirámide de Kukulkán (también conocida como El Castillo) muestra una impresionante alineación con los equinoccios. Durante estos días, la luz del sol proyecta una serie de sombras triangulares en la escalera norte del edificio, creando la ilusión de que una serpiente (representación de Kukulkán o Quetzalcóatl) desciende de la cúspide del templo.

Este fenómeno no era accidental. Se trataba de un cálculo astronómico y arquitectónico exacto, que reforzaba la idea de que los gobernantes tenían el poder de hacer “descender a los dioses”. El templo también presenta una orientación precisa hacia fenómenos solares y estelares, incluyendo alineaciones con el planeta Venus.

Escalinata de los jeroglíficos de Copán, Honduras. Los escalones, por su posición concreta, encerraban un significado cósmico y se utilizaban para efectuar ceremonias entre los dioses del bien y del mal, la vida y la muerte. / Peter Andersen – Wikipedia

Copán y Quiriguá: observatorios astronómicos mayas del sur

En la región sur del mundo maya, sitios como Copán (Honduras) y Quiriguá (Guatemala) también cuentan con evidencias de observación astronómica. En Copán, por ejemplo, se encuentra la Escalinata de los Jeroglíficos, que además de narrar la historia dinástica de la ciudad, tiene una orientación hacia puntos específicos del cielo, y sugiere un conocimiento preciso del ciclo solar.

Estas ciudades construyeron estelas y altares que marcaban eventos astronómicos importantes, como los pasos cenitales del sol (cuando pasa directamente sobre la cabeza), lo cual era fundamental para sus calendarios y para determinar los tiempos de siembra.

 

Observatorio Monte Albán: En la Gran Plaza se encuentran dos edificaciones que fungieron como observatorios astronómicos -Edificio J y Edificio P-. Dichos edificios están relacionados con edificios de otras zonas arqueológicas ubicadas en el valle de Oaxaca, un ejemplo es el Caballito Blanco de la zona de Yagul. / DavidConFran – Wikipedia

Monte Albán: la astronomía zapoteca

Monte Albán, centro de la cultura zapoteca en Oaxaca, también muestra planificación urbana con orientación astronómica. Algunos templos y observatorios tienen alineaciones diagonales que permiten seguir el movimiento solar a lo largo del año. La Plataforma J, una estructura con forma de punta de flecha, está alineada hacia la posición de Venus en ciertos momentos del año, lo cual ha sido interpretado como una evidencia del culto a este planeta.

En Monte Albán, como en otros sitios mesoamericanos, la astronomía estaba ligada al calendario ritual de 260 días (Tonalpohualli) y al calendario solar de 365 días (Haab).

Teotihuacán: ciudad de los dioses y de los astros

En el altiplano central, Teotihuacán fue una ciudad planificada con una precisión astronómica asombrosa. Su Eje de la Calzada de los Muertos, que no sigue el norte geográfico, sino una desviación de 15.5°, se ha interpretado como una alineación relacionada con los movimientos de las Pléyades y con ciertos días clave del calendario agrícola.

La Pirámide del Sol, una de las estructuras más grandes de Mesoamérica, está alineada con el punto donde el sol se pone en el día que marca el paso cenital en esa región. Por otro lado, la Pirámide de la Luna se encuentra al final del eje ceremonial y también presenta correlaciones con eventos celestes.

Vista de la calzada de los Muertos desde la cumbre de la pirámide de la Luna, en Teotihuacán. / Diego Delso – Wikipedia

Tenochtitlan y Templo Mayor

El Templo Mayor, corazón espiritual y político de Tenochtitlan, la capital mexica, era un centro astronómico en sí mismo. Su estructura dual estaba dedicada a Huitzilopochtli (dios solar y de la guerra) y Tláloc (dios de la lluvia). La orientación del templo y ciertos elementos rituales respondían a ciclos solares, incluyendo los equinoccios y solsticios.

Los sacerdotes mexicas mantenían un calendario doble, uno solar y otro ritual, y eran expertos en predecir eclipses. Las fiestas religiosas estaban cronometradas con exactitud, y el fuego nuevo —celebrado cada 52 años— marcaba un reinicio cósmico basado en la coincidencia de ambos calendarios.

Xochicalco: un observatorio en la roca

Uno de los observatorios astronómicos más sofisticados de Mesoamérica se encuentra en Xochicalco, un sitio posclásico en el actual estado de Morelos. Allí se halla una cueva artificial que tiene un tubo vertical en el techo: por ese tubo, la luz solar entra e ilumina directamente el fondo de la cueva durante los días del paso cenital del sol.

Este tipo de observación no solo servía para fines rituales, sino que también era crucial para la agricultura, ya que esos días marcaban el inicio del ciclo agrícola más importante del año.

FUENTES:

Aveni, A. F. (2001). Skywatchers: A Revised and Updated Version of Skywatchers of Ancient Mexico. University of Texas Press.

Milbrath, S. (1999). Star Gods of the Maya: Astronomy in Art, Folklore, and Calendars. University of Texas Press.

Caso, A. (1953). El pueblo del sol: Ensayo sobre la civilización de los antiguos mexicanos. Fondo de Cultura Económica.

Šprajc, I. (2018). “Astronomical Alignments at Mesoamerican Temples”. Journal of Archaeological Science, 92, 64-79.

Carlson, J. B. (1999). “Mesoamerican Astronomy and the Calendar”. En Archaeoastronomy in the Americas. Ballena Press.

López Austin, A. & López Luján, L. (2009). Monte sagrado – templo mayor: El cerro y la pirámide en la tradición religiosa mesoamericana. INAH.

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