Sal: el oro blanco de la naturaleza

La sal es un producto básico para el organismo del ser humano y otras especies, además de poseer gran protagonismo como condimento y conservante de alimentos. Calificada de ‘sustancia de la vida’, su historia es milenaria, desde hace 4.700 años.
Tan valorada ha estado, que se usaba como moneda de cambio y dio origen a vocablos como ‘salario’.
Lee también: Mareas: el ritmo eterno del mar
¿Del mar o de la Tierra?
Ante la primacía de su necesidad, saber si la sal del mar viene de la tierra o es a la inversa parece una cuestión secundaria. Pero es la pregunta que se hacen a menudo los profesionales salineros. La respuesta es que ambas teorías pueden coexistir.
Las grandes masas de sal minera que se encuentran en formaciones subterráneas tienen su origen en mares de épocas geológicas muy antiguas, que quedaron aislados por determinados movimientos muy lentos y que se fueron evaporando hasta dejar grandes depósitos, que desde hace mucho tiempo se explotan mediante diversos métodos.
Pero la salinidad del mar está formada con los aportes de sus aguas. El agua de lluvia tiene el efecto de disolver las sales que componen muchas rocas e incluso masas salinas que puedan encontrarse en la superficie de la tierra. Después, esas aguas terminan en el mar.

Moneda de cambio y pago
Siendo el condimento más antiguo usado por el ser humano, la sal se remonta a épocas prehistóricas. El primer tratado que se conoce sobre ella data del año 2700 a. C. en China. En Europa se han encontrado restos del hombre prehistórico en minas de sal, como en Hallstatt y Duerenberg (Austria), Cardona (España) o el Valle del Seille (Francia). Esas minas debieron ser explotadas desde la Edad de los Metales.
Luego, Herodoto hizo referencia a ella en el siglo V a.C. En ese mismo siglo, en China, la mayor parte de los ingresos por impuestos provenían de la sal. La Gran Muralla era en realidad una línea de aduanas para la entrada de sal en el país. Así, fue fuente de financiación de algunos estados desde sus orígenes.
Su valor le hizo llegar a convertirse también en moneda de cambio. Se tiene constancia de que los legionarios romanos cobraban parte de su sueldo en porciones de este condimento, origen de la palabra ‘salario’. El imperio romano contó con la factoría de salazones del Portus Ilicitanus. Era un impuesto que fue regulado por el emperador Livius, quien a consecuencia de ello recibió el apodo de ‘salinator’. Plinio el Viejo (s. I d.C.) describió en su ‘Historia Natural’ la obtención de la sal.
Oro blanco
Conocido en algunos periodos históricos como ‘oro blanco’, la sal constituyó un elemento indispensable en la economía de muchas poblaciones costeras basadas en la producción de salazón, hasta que se convirtió finalmente en un condimento esencial en la dieta mediterránea.
El nacimiento de los estados modernos europeos está muy vinculado a los impuestos sobre la sal, que fueron regulados por los reyes medievales. En Francia, Felipe IV de Valois creó la ‘gabelle’, un impuesto para financiar la guerra de los Cien Años que establecía la compra obligatoria de una cantidad de sal a un precio arbitrario, con lo cual creó un sentimiento de odio en la población hambrienta. Algunos historiadores centran este hecho como el primer detonante de la Revolución Francesa, que lo suprimió.

El quinto elemento
En la antigüedad, la sal era considerada como el quinto elemento, tras el agua, el fuego, el aire y la tierra. Durante muchos siglos se pensó que era un cuerpo simple, por sus características de apariencia homogénea e indisoluble.
Hacia finales del siglo XVIII, Scheele descubrió que la sal podía desprender un gas amarillento, “ácido marino desflogistizado” lo denominó. Más tarde, Humphry Davy (1810) estudió el gas y le denominó cloro. En 1807 Davy obtuvo sodio metal puro por métodos electroquímicos, con lo que demostraba que este metal era la base de la sal.
Ahora se sabe que la sal común es un compuesto natural de sodio y cloro, Cloruro de Sodio (Cl Na). Su unión entre átomos es un típico enlace iónico. Excluidos el aire y el agua de la sal, en la actualidad es la materia inorgánica más importante de la industria química; a esta industria van a parar casi unas dos terceras partes de la sal producida en el mundo.
Entre sus usos industriales se encuentra la obtención electrolítica del cloro y sodio, la desinfección de aguas, la fabricación de ácido clorhídrico, carbonato sódico o de diversas clases de plásticos, etc. Se usa en el proceso de fabricación del papel, la vulcanización del caucho, la elaboración de pesticidas y herbicidas, el curtido de pieles, en azucareras, aceiteras, plantas textiles y perfumería y jabones.
El desierto blanco de América
En Uyuni (Bolivia) se encuentra el mayor y más alto desierto de sal del mundo, con una superficie de unos 12.000 km² y situado a 3.700 m. de altura al suroeste del país. Contiene un estrato de 6 m. de sal común muy pura. Se extiende como una enorme llanura totalmente plana y blanca, resto de un mar que llenaba todo el altiplano hasta el Lago Titicaca.

Más al norte y hace más de mil quinientos años, la cultura de la sal en América se remonta al menos a la época de los mayas, quienes disponían de estructuras de madera a modo de salinas y utensilios de cerámica para cocer el agua extraída del mar. La almacenaban y la vendían en zonas retiradas de la costa, hasta donde la transportaban por río en canoas, según descubrió un equipo de científicos estadounidenses en 2005 (costa sur de Belice 600-900 d.C.).
Se sabía que la sal era un recurso codiciado en las poblaciones mayas del interior de la península de Yucatán, zonas que actualmente corresponden al sur de México, Belice y noreste de Guatemala, pero hasta ese reciente hallazgo no se pensaba que su régimen económico fuera tan sofisticado y que se hubieran convertido en tan excelentes empresarios. Los restos arqueológicos encontrados hacen pensar que se fabricaba sal en masa.