Shhh… las aves se van a espantar

El mundo está lleno de ruido constante, que puede afectar negativamente el bienestar físico y mental de todos los seres vivos. Para las aves, el ruido es una fuente crónica e inevitable de estrés. Si bien los sonidos fuertes forman parte de su entorno como arroyos, cascadas y viento, la contaminación acústica provocada por el hombre es un fenómeno relativamente nuevo y preocupante. Muchas investigaciones han establecido los efectos significativos que este ruido tiene en las aves, incluidos daños físicos, cambios de comportamiento y alteraciones del ciclo reproductivo.

La presencia de ruido generado por el hombre, también conocido como ruido antropogénico, está estrechamente ligado a nuestras actividades diarias. A medida que aumenta la densidad de población humana, también aumenta la cantidad de ruido que producimos. Esto es particularmente evidente en las zonas urbanas, donde las tecnologías, los vehículos y las comodidades modernas contribuyen a un ruido constante. Lamentablemente, incluso las zonas naturales están experimentando un aumento de la contaminación acústica. Desafortunadamente, no existe ningún lugar en nuestro planeta que esté completamente libre de los efectos de la contaminación acústica, ya que incluso los lugares más remotos se ven afectados por los sonidos de los aviones y vehículos terrestres.

Pachysylvia decurtata. Lesser Greenlet. Santa María, Reserva Natural Tapon Creek, Izabal. BL, 2020. / FLAAR Mesoamérica.

¿Cómo les afecta el ruido a las aves?

El ruido antropogénico altera la comunicación de la vida silvestre y tiene un impacto significativo en la calidad del hábitat de las aves. Este fenómeno les afecta de numerosas maneras, como daño físico, respuestas al estrés, cambios en la alimentación y reproducción, interferencia con la capacidad de escuchar otros sonidos importantes y posibles cambios en las poblaciones. Los efectos de la contaminación acústica varían según el tipo de ruido, incluida la frecuencia, el volumen, la consistencia y la duración.

La exposición prolongada a sonidos fuertes puede ser perjudicial para los animales, particularmente para sus células ciliadas sensoriales. Los mamíferos suelen experimentar pérdida auditiva permanente, mientras que las aves pueden regenerar estos pelos hasta cierto punto, lo que provoca daños temporales y tiempos de recuperación variables según la especie. Sin embargo, la exposición crónica a ruidos fuertes puede provocar efectos físicos a largo plazo en las aves, como enfermedades cardiovasculares, pérdida de plumas, pérdida de peso, cambios hormonales, entre otras.

Amazilia candida. White-bellied emerald. Parque Yaxha, Petén. María Alejandra Gutiérrez, 2019. / FLAAR Mesoamérica.

Alteración del comportamiento

Las investigaciones han demostrado que la contaminación acústica puede afectar el comportamiento de las aves. Específicamente, puede afectar negativamente los comportamientos de búsqueda de alimento. Algunas aves pueden prolongar su estado de alerta en lugar de centrarse en buscar comida. Mientras que algunas aves tienden a evitar áreas ruidosas y buscan ambientes más tranquilos, otras son sorprendentemente tolerantes e incluso pueden preferir áreas habitadas por humanos, incluidas aquellas con altos niveles de ruido. Por ejemplo, el zanate (Quiscalus mexicanus) se encuentra a menudo en áreas urbanas debido a la abundancia de alimentos disponibles en estos entornos.

Las aves dependen de vocalizaciones y otros sonidos para comunicarse entre sí. Desafortunadamente, tanto el ruido natural como el provocado por el hombre pueden afectar su capacidad para escuchar y responder a estas importantes señales. Como resultado, las aves, que dependen de los sonidos para tareas como proteger su territorio, mantenerse en contacto con sus parejas y crías y alertar a otros sobre comida o peligro, pueden tener dificultades para funcionar en entornos urbanos o muy ruidosos. Esto puede conducir a una reducción de la diversidad de aves, ya que sólo aquellas especies que pueden adaptarse al ruido y las perturbaciones pueden prosperar en estas áreas.

El estrés prolongado desencadena una variedad de reacciones físicas, como aumento del ritmo cardíaco, desequilibrios hormonales y pérdida de peso. También dificulta el sistema inmunológico de las aves, lo que reduce el éxito reproductivo. Asimismo, la contaminación acústica puede afectar la puesta de huevos, la reproducción, y el abandono del nido, así como el apareamiento y la comunicación de los padres. Como resultado, algunas especies han experimentado disminución en sus poblaciones.

Buteo nitidus. Gray-lined Hawk. Rio Lampara, Río Dulce, Livingston, Izabal. Haniel Lopez, 2021. / FLAAR Mesoamérica.

La contaminación acústica y su hábitat

La contaminación acústica disminuye la calidad de los hábitats porque menos aves eligen permanecer en hábitats ruidosos y estos hábitats se vuelven menos favorables para la comunidad de aves. La degradación del hábitat da como resultado un menor número de aves en la zona, lo que podría tener consecuencias para todo el ecosistema.

El impacto de la contaminación acústica va más allá de sus efectos sobre las aves; también tiene importantes consecuencias para los humanos. Las aves desempeñan un papel fundamental en los ecosistemas que son esenciales para nuestro bienestar. Consumen insectos que consideramos plagas, entre ellos hormigas, moscas, arañas, grillos, avispas y otros. Además, las aves actúan como polinizadores y dispersores cruciales de diversas especies de flora, algunas de las cuales son cultivos importantes. Además, este taxón se utiliza a menudo como indicador de ecosistemas y hábitats en muchos estudios. Por tanto, los efectos negativos de la contaminación acústica sobre los niveles de estrés y la reproducción de las aves también pueden tener implicaciones de gran alcance para la salud humana y el medio ambiente en general.

REFERENCIAS

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